Lanzarote, sabiduría ancestral.

«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria o existimos, sin responsabilidad quizás no merezcamos existir» (José Saramago).

chimenea manrique

Observar la vida, costumbres de los lanzaroteños constituye una lección de sabiduría para el espectador. Equipados con un pasado de estrechez de recursos y exitosos esfuerzos de supervivencia, los habitantes de la «Isla del fuego» no han abandonado el modelo de convivencia y estrecha simbiosis con el entorno. Una hermandad que se respira por doquier independientemente del municipio en que nos encontremos.

Tanto es así que entorno a esta convivencia secular se han desarrollado hábitos y usanzas cuyas manifestacioes actuales se lucha por proteger y las que el caminante tiene, para su maravilla, un acceso espontáneo.

Instrumentos y ceremonias novedosos para el visitante pero decanos y de origen añejo como el timple, los asaderos y los bernegales de un lado, o la lucha canaris, las Islas y Folías de otro contemplan el cuadro ancestral en el que tan placentero resulta verse inmerso.

Lanzarote y el vino_Camello_KH_16La accesibilidad de los lugareños nos permitirá asistir como invitados de honor a acontecimientos como la Fiesta de la Virgen de Los Dolores, un despliegue de color y fastos proverbiales que aún gozan de un arraigo prominente entre los lanzaroteños.

El cultivo de la vid, único en el mundo, conserva las características primigenias de un procedimiento que permite que, de una tierra yerma y calcinada nazca un vino generoso y refinado, hijo de la lava, fuerte como el volcán, mimado bajo cenizas encargadas de atesorar cada gota de rocío, tan valiosa en una tierra sin manantiales.

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